¿Qué pasa cuando no puedo?
- infonanuyoga
- 24 abr
- 2 Min. de lectura

A veces me descubro quejándome por no tener ganas, por sentir que no me alcanza la energía o por no estar al 100%.
Me frustra creer que estoy fallando, como si debiera ser siempre imparable.
Y, peor aún, siento que defraudo a quienes no conocen el camino que estoy recorriendo.
Lo que aprendí es que esto es parte del proceso.
Hay mañanas en las que despierto con fuerza y voluntad, y otras en las que mi cuerpo y mi mente necesitan un respiro.
Querer sostener un hábito nuevo sin pausa es como pretender correr antes de aprender a caminar; el descanso no es un retroceso, sino un espacio necesario para recargar y asentar lo que vamos construyendo.
💛 Aceptar mi sombra para avanzar.
Solo yo sé lo que ocurre en mi interior, mis dudas, mis miedos y mis batallas silenciosas. Por eso, cuando inicio un cambio "sea en mi alimentación, mi práctica de yoga o mis pensamientos" abrazo también esa parte de mí que susurra, “¿y si descanso hoy?”.
Permitir ese susurro no me hace débil, me hace amable conmigo misma.
¿Y sabés qué?
A veces ese pequeño permiso para parar evita que al día siguiente me sienta aún más agotada.
⚡ El arte de resetearse.
Nuestro cuerpo es sabio.
Cuando incorporamos nuevos hábitos "desde probar un alimento diferente hasta aprender una postura de yoga" también necesita tiempo para procesar toda esa información.
Imagínate que tu celular descarga una gran actualización: hasta que no se reinicie, todo puede ir lento o trabarse.
Con nosotras pasa igual, ese “reset” interno nos permite integrar el aprendizaje, fortalecer conexiones y sentirnos más livianas.
quiero dejarte un ejercicio para este tipo de momentos.
Ejercicio de "reset"
Sentate en silencio y cerra los ojos.
Inhala profundo, retené 4 segundos el aire en tus pulmones.
Exhalá largamente durante 6 segundos.
Repetí 5 veces fijándote en cómo se relaja tu cuerpo.
Abre los ojos y anotá en un papel cualquier sensación o pensamiento.
🌱 Proyectar un mañana con cariño.
En esos días en los que sientes que no avanzás ni un centímetro, recordá, cada pausa cuenta.
No necesitas ir siempre a máxima velocidad. En lugar de preguntarte ¿Qué tanto puedo?, cambiá el foco a ¿Cómo me siento ahora?.
A veces, lo más valiente es detenerse, respirar y elegir con ternura retomar al día siguiente. No existen fracasos, solo aprendizajes y descansos que nos acercan a una vida consciente y amorosa.
Con cariño,
Daniela




Comentarios